A cada solución buscarle un problema

Es todo un clásico, pero no por eso deja de estar vigente. Buscar un problema, de forma sistemática, a cada solución es el día a día de los inmovilistas. Un super poder que se infravalora más de lo que se pudiera pensar.

Esta actitud requiere de muchas habilidades. Conocimientos, experiencia y reflejos son necesarios para llevarla a cabo con pericia. Desinflar a los que hacen es un tarea que busca más el desánimo que el impedimiento.

El objetivo final es pararlo todo, pero sin que lo parezca. Generar un estado de desánimo tal que pueda ser capaz de llegar a auto frenarse o incluso parar a los demás. Algo tipo «Cuando no se puede no se puede y además es imposible«.

Otra modalidad interesante del paralizador, es la de cerrar todas las vías, salvo la que si le interesa. El ansioso hacedor está tan desesperado por echar algo a caminar, que se agarra a lo que sea que le permita salir de esa dinámica frustrante. Aunque no tenga nada que ver con lo que quería llevar a cabo. Esta técnica es segundo dan de kung-fu.

Estas actitudes paralizantes están en las antípodas de los que se ilusionan y lanzan por cualquier cosa, que también tienen su peligro. Pero hay una cosa que está más que demostrada. A la hora de lanzarse, aunque la cosa no vaya, siempre ocurren cosas, da igual el cariz, si positivo o negativo.

De ahí se salta a otras cuestiones que pueden acabar siendo interesantes. Siendo inmóvil no pasa nada. Absolutamente nada.

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