En realidad esto para muchos era sabido, pero quizás ahora se ha puesto más de manifiesto. Las realidades que se proyectan en según qué plataformas, son versiones de realidades, que no necesariamente sirven de espejo para componer una realidad media.
Hace años que se producen desfases entre el sentir general de opinión de la prensa o de redes activas como Twitter, cuando se contrastan con usos generales de la población, audiencias televisivas, plebiscitos o elecciones.
Dicho de otra forma, lo que la gente compra, consume, ve, elige o vota no tiene relación alguna con la tendencia general que se puede inferir de según qué medios o plataformas. No hay una realidad fija, hay muchas. La media o la mayoritaria es la que más se aproxima.
Una forma clara de saber sin una realidad está alejada de ese punto es la coherencia, cuanto más coherente sea consigo misma, más pequeña será. Quien más insiste en manifestar su opinión es como quien más alza la voz, más ruido no significa realmente nada.
Durante este periodo de confinamiento y básicamente gracias a la exageración de quienes levantan tendencias, muchas personas han empezado a funcionar de forma cautelosa, siendo más crítica con cada una de las cosas que les llegan, no dándolas por ciertas hasta que no se verifican, minimizando el potencial impacto de los voceros y entendiendo que las realidades son muy subjetivas.