Ahora me encuentro en la bajona que aparece después de esfuerzos exagerados. Cuando hay que cumplir ciertos plazos no queda más remedio que hacer esfuerzos, pero estos siempre se acaban pagando.
Aunque sí es verdad que generar una ventana de oportunidad, en la que se está especialmente productivo es algo que cada vez cuesta más, así que tampoco está de más aprovechar cuando se dan las condiciones. Sobre todo porque no se sabe cuándo se va a repetir el escenario.
Y es así. Para determinadas tareas no se trata tanto de echarle horas, que también, si no más bien que se den las circunstancias propicias para acometerlas. Sobre todo cuando se trata de invocar ese estado de gracia.
Me refiero a cuando la tarea consiste en resolver problemas que nunca se han enfrentado, de los que no se sabe cómo solucionar y que además van a necesitar de estar muy espabilado y sobre todo creativo.
Para afrontar estos retos hay que buscar ese escenario, en el que se está descansado, se dispone de tiempo de sobra, sin interrupciones en el horizonte, con las tareas rutinarias resueltas y nada más en lo que pensar que la propia tarea. Y claro, que aparezca la inspiración.
Mi truco es siempre el mismo, confiar en uno mismo. Aunque a veces uno se columpia, esa confianza da la tranquilidad para encontrar soluciones. Aunque insisto, es importante también generar las condiciones.