Habitualmente la página en blanco del editor de entradas me provoca un efecto llamada. El tema así, surge de forma natural. Un minuto antes no sé de qué escribir, pero es ver los campos vacíos y la idea llega sobre marcha.
Pero, claro, a veces eso no ocurre. En otras ocasiones lo que pasa es que te llega la primera idea, la titulas y la desechas. Te quedas esperando unos segundos, aparece otra y también a la basura. Cuando el proceso se repite un poco más sabes que no va a llegar la idea.
Una de las mejores expresiones de la productividad se sintetiza en saber conocerse. Para esto hay que observarse de forma muy crítica y ser un pureta, si no, es imposible. Bueno, pues cuando uno se ve los andares sabe que no va sacar nada adelante.
Da igual si pruebas con los trucos habituales para sugestionar un fisco de creatividad. Temas frecuentes, asuntos que estás tratando, aunque sea lateralmente, interacciones recientes, etc… Cuando no llega no hay manera.
El último recurso, el de la deshonra, es acabar escribiendo sobre la falta de ideas. Y si bien es cierto, que hace semanas que no caigo, también lo es que era inevitable.