Cuando la lógica se encuentra con la realidad

Siempre me llama la atención quienes hacen un plan y esperan que se ejecute tal cual lo han definido. John ‘Hannibal’ Smith finalizaba con la frase ‘Me encanta que los planes salgan bien‘ cada capítulo del Equipo A. Pero oye, eso era una serie de ficción y encima mala.

Pretender que las cosas sean así en el mundo real no solo es infantil, sino que lleva a cometer un error de previsión enorme. Que se sustancia en acometer cualquier proyecto sin un plan alternativo en caso de que lo previsto falle.

Y siempre hay imprevistos, pueden ser totales o parciales, insalvables o modificables. Pero cuanto más preparados estemos para afrontarlos mayor capacidad tendremos de reacción.

Paradójicamente, el esfuerzo que hay que invertir en planes alternativos o planes de acción en caso de que se produzcan fallos en puntos críticos, es casi el mismo que el que se realiza en la planificación inicial. O dicho de otra forma, deberían partir del mismo plan.

Así que tener alternativas sólo exige un esfuerzo creativo en su fase inicial. Luego, una vez creado el plan principal, alternativas y planes de contingencia, se llega a lo interesante: la toma de decisiones del proceso teniendo en cuenta todos los escenarios.

Y ahí es donde se sintetiza el desarrollo que permite caminar por la ruta más eficiente y segura. En muchas ocasiones, es muy cercana a la lógica, pero con una serie de salvaguardas que evitan el caos si algo falla.

Si algo nos ha demostrado el 2020, es que la realidad es imprevisible. Entender que la lógica de un plan funcionará de forma matemática, es un refugio para quien pretende una realidad sencilla. Pero a la realidad le da igual lo que pretendas.

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