En mayor o menor medida uno se puede acabar encontrando con esta situaciones. Los vendedores de productos en negocios locales lo saben muy bien. Usuarios que entran miran, remiran, se prueba, preguntan, repreguntan, dan diez vueltas y se acaban yendo sin comprar.
Esa novelería está asumida y normalizada dentro del trabajo. Al fin y al cabo, un novelero seguirá siendo un potencial comprador en algún momento, aunque claro, no sabemos dónde.
Muchos de estos vendedores, saben reconocerlos con solo una mirada, aunque en ocasiones se equivocan, al fin y al cabo es complicado. Pero una vez que se muestran los primeros signos, se despejan todas las dudas.
Esto también se da en ámbitos digitales, el problema aquí es que son mucho más difíciles de detectar. En algunos casos el coste de adquisición del cliente, en recursos y tiempo dedicado son mucho mayores que los márgenes que pueden llegar a reportar.
Ahora se están generando las condiciones necesarias para que florezcan muchos wannabe, que saben que necesitan apoyarse en digital, pero cualquier inversión, por minúscula que sea, les parecerá totalmente desproporcionada.
Y no tendrán ningún reparo en dar veinte vueltas a lo que sea antes de tomar la decisión de no hacer nada. Mientras, el tiempo que se les dedica a cada ida y venida irá aumentando. Así que es importante tenerlo claro para minimizar su impacto.