En ocasiones la simple posibilidad técnica de que se pueda realizar algo, aunque no tenga mucho sentido, propicia que se acabe llegando a utilizar e incluso a normalizar un comportamiento. En el caso de la reproducción de vídeos, el ‘speed whatching‘ se utiliza más de los que se cree.
Entre las opciones del reproductor de Youtube tienes la de cambiar la velocidad, más lento o más rápido hasta un factor de x2. Si usas VLC como reproductor también dispones de opciones de este tipo y aunque no están disponibles en Netflix o HBO, si visualizas los contenidos desde Google Chrome puedes activarlo mediante alguna extensión.
La primera lectura del fenómeno tiene que ver con el tiempo disponible para consumir los contenidos audiovisuales, teniendo más o menos relación con los atracones de series y películas, y en determinadas personas que entienden que ver ciertos contenidos son requerimientos sociales inexcusables.
Otra cuestión es la forma de digerir el tiempo libre, como si fuera una competición para ver quién puede hacer más cosas en espacios de tiempo cortos. Un poco en la línea de los viajeros que visitan 5 países en 4 días, como si se tratara de logros o desbloqueos de un juego.
Profundizando más en el tema, es llamativo el hecho de que muchos usuarios acelerados acaban manteniendo esta forma de visualizar contenido permanentemente. Incluso con la música, luego se sorprenden cuando escuchan los temas en su tempo original.
En principio me parece algo aberrante, pero oye, me estoy dando cuenta que acabo de ver la final de baloncesto en diferido, saltándome los tiempos muertos, descansos, tiros libres, y vaya maravilla.