El otro día me dijeron ‘fíjate que estás todo el día mirando la pantalla‘. Y pensé, bueno, trabajo delante de un ordenador toda mi jornada laboral, pero eso no significa que…
Y me quedé un rato pensando, repasando mi rutina diaria, y no solo es que ocupe todo el tiempo delante de una pantalla, sino que además los pequeños momentos diarios de espera también, es posible que esté mirando distintas pantallas el 95% del tiempo que estoy despierto.
Acostumbraba a desayunar con el periódico, pero ahora lo hago con las noticias de la televisión, en televisor o en smartphone. Mientras me desplazo por la mañana caminando normalmente consulto una serie de webs en las que hago seguimientos de datos.
Y cuando termino mi jornada laboral, en mi cabeza pienso algo en plan ‘voy a descansar del ordenador‘, pero lo que hago sin sentir casi ninguna contradicción es mirar la pantalla de la televisión o del ebook, mientras hago esto alternativamente respondo a las notificaciones que me llegan desde el móvil, y cuando decido irme a la cama consulto en el móvil algunas redes sociales antes de dormirme.
Los espacios de espera que lleno con el móvil, son desde la cola en el supermercado, a los traslados, incluyendo cuando estoy en el trono. Y encima tengo una clara percepción de que no tengo una dependencia. De hecho, a pesar de lo anterior, sigo pensando que lo mío es normal y no pasa nada. Signo inequívoco de que estoy fatal.
Habrá que ponerle remedio –me digo– mientras escribo esto en mi blog…