Hace años vi un documental en el que hablaban del cansancio de los deportistas de alto nivel, que están continuamente exigidos y el agotamiento no solo físico sino mental que soportan.
Al margen de las típicas respuestas al respecto, hay una cosa que si me impactó y fue el hecho del agotamiento por persistencia. Algo que ocurre en otros ámbitos en los que la falta de descanso se cronifica cuando solo se trabaja cansado.
Como si se tratara de una situación normal, cuando en realidad no lo es. Una de las cosas que hemos aprendido durante el confinamiento es que se pueden desplegar los mismos trabajos con los mismos objetivos dedicando menos horas.
Algo que ya se sabía pero que por una pura barrera social se desechaba. Semanas laborales de cuatro días, o con horarios más cortos, que permitan el descanso real y la desconexión son cuestiones a tener en cuenta.
Descubrir la tremenda capacidad de rendimiento que se tiene cuando se afrontan las tareas de forma descansada es algo muy llamativo.