Todo tiene su tiempo y desde que comenzó el declive de las redes sociales, su pérdida de relevancia es tan lenta como aburrida. La posición dominante de alguna junto con las limitaciones de las nuevas, pintan un escenario realmente gris.
El cansancio y no la invasión de la privacidad es lo que está haciendo daño. El ciclo de uso por parte de los usuarios es cada vez es más corto y el hartazgo es evidente. La razón fundamental por la que la caída es lenta está en la falta de alternativas. Y esto es algo preocupante.
Algunos hemos redescubierto la belleza y su utilidad en redes tóxicas como Twitter, donde conociendo el entorno en el que se está, se puede llegar a disfrutar de interacciones sociales interesantes de una red que vuelve a ser pequeña.