Cuando uno lleva un tiempo de cuarentena, los síntomas de agotamiento cada vez son más evidentes. A lo que se suman los nervios reconocidos o no, que se van acumulando en diferentes frentes.
De hecho, llegados a este punto, con lo que uno fantasea no es con la vuelta a cierta normalidad, sino más bien a un periodo vacacional sin preocupaciones. Un espacio de tiempo en el que disfrutar del exterior sin tener que comerse la cabeza.
Pues eso. Que el agotamiento tampoco me deja escribir.