Uno de los efectos más transformadores, de la actual realidad digital de las comunicaciones basadas en servicios de mensajería, es el que tiene que ver con el uso de las llamadas telefónicas tradicionales.
Cada vez el rango de edades que entra en esta dinámica es mayor, alcanzando a más generaciones de forma silenciosa pero contundente. Hemos llegado a un punto en el que la llamada telefónica se debe concertar previamente.
¿A qué hora te puedo llamar? o ¿Te va bien si te llamo ahora? Son frases recurrentes en conversaciones por mensajería. Cuando antes se usaba la propia llamada para citar una reunión física, ahora mensajeamos para tener la llamada.
De hecho, es bastante habitual no responder a las llamadas telefónicas que no se han agendado previamente. Solo se responde ante llamadas insistentes. Con argumentos reveladores como ¿Te respondo porque veo que has llamado varias veces?
Como si una llamada no tuviera la entidad suficiente para responder, si antes no se ha avisado de que se va a llamar. Ni lo critico, ni lo alabo. Simplemente estas son las formas que vamos adoptando ahora.