Al menos en lo que tiene que ver con la atracción y la popularidad, el contenido digital que destila una comunicación directa a nivel emocional siempre funciona bien, incluso si no lo es. Sólo con que el relato parezca verídico es suficiente para llamar la atención.
Y lo hace por una cuestión de contraste. El entorno suele ser un banco de contenido artificial, seguramente demasiado homogéneo y con unos márgenes bien acotados. Dejando determinadas cuestiones y enfoques fuera, en una suerte de auto impostura normalizadora.
A partir de ahí, alguien que consiga comunicar contenidos de forma personal, saliéndose de estos márgenes, en una dinámica más propia de conversaciones y mensajes que están en el ámbito personal o familiar, va a cobrar una ventaja llamativa.
El peligro es la endogamia, claro. Pero es interesante conocer este tipo de contenidos y la vinculación emocional que genera con los receptores de los mismos.