Una de las grandes ventajas de las comunicaciones a través de correo electrónico es el carácter asíncrono que tiene. Se envía el mensaje y el receptor cuando esté conectado ya lo responderá, o no.
Si esto se entiende, no tiene que haber una sincronización horaria entre remitente y receptor, lo cual maximiza la productividad de ambos.
El problema empieza cuando es carácter asíncrono se olvida, se desvirtúa o ni siquiera se le conoce. Ahí es cuando todo empieza a torcerse. Que el receptor conteste en el momento, fuera de un horario razonable es anecdótico.
Que se entienda como normal acaba con la naturaleza propia del medio, convirtiéndolo en una tosca solución de mensajería. Reaccionar de forma negativa a una falta de respuesta inmediata en un medio como este es una contradicción insalvable.