La ventaja de saber leer el lenguaje indirecto lleva consigo una maldición, la de ver mucha miseria, propia y ajena. Cuando el mensaje que se transmite se hace con un tono, expresión y explicaciones determinadas puedes saber de forma clara que la cosa no va por ahí.
De hecho, en ocasiones, lo que se está diciendo es justo la antítesis del mensaje formal. Esto es algo que sucede mucho en los mensajes publicitarios. Si una marca realiza esfuerzos en explicar que su producto es saludable, en realidad lo que está diciendo es que es poco saludable.
Si se esfuerza mucho en explicarlo es que es muy, muy poco saludable. Si se intenta vender un coche diciendo que es seguro, es porque justamente tiene unos problemas serios. Si un club de fútbol da respaldo a un entrenador, está diciendo que lo van a echar en breve.
Y así todo.