De alguna manera existen profesiones en las que lo habitual es trabajar en la incertidumbre. Donde la rutina consiste en ejecutar un trabajo sin tener ni idea de cómo vas a hacerlo, por muchos años de experiencia que tengas.
Siempre frente al abismo. Con un porcentaje enorme de cuestiones que afrontar por primera vez mientras que la exigencia propia y ajena es similar a la de las tareas que necesitan de proceso totalmente definido.
Lo curioso es que la mayoría de las personas que se dedican a este tipo de incertidumbre suelen resolverlas casi sin problemas, con una total seguridad en que lo van a conseguir, validada sobre todo por la experiencia en el éxito.
Eso sí, no hay ningún tipo de garantías que esto vaya a ser así. Lo que es interesante en este escenario, es que estas personas son capaces de afrontar estos envites gracias a que han desarrollado un músculo creativo mayúsculo.
Como con todo, si se ejercita durante suficiente tiempo, sufriendo y comiéndose marrones por el camino, llega un punto en el que se consigue desarrollar y todo viene más rodado. Pero para muchos, enfrentarse a ese borde es imposible.