Motivos para no resumir el año hay muchos, pero quizás, entre los más contundentes está la falta de memoria y necesidad, unido al ridículo postureo de quién busca ir contracorriente.
La falta de memoria se cristaliza en que realmente es complicado acordarse de las cuestiones propias, no sé si fueron este año, el pasado, hace cuatro. Con lo que queda desvirtuado en el sentido estricto.
La falta de necesidad ya que ni siquiera a uno mismo le sirve de gran cosa, salvo quizás para deprimirse. Puede que sea más efectivo hacerse revisiones de periodos más largos, diez años o así, pero de forma privada y secreta, sin reconocer éxitos ni fracasos.
Y el postureo anti mainstream es cada vez más popular, tanto que se le va cayendo el anti en el ínterin. Habrá que inventar, si no lo está ya, el anti antimainstream. Pero a mi eso ya me pilla mayor, pues ni modo.
Los resúmenes anuales son hechos asociados a números. El pragmático Johan Cruyff decía, nadie se acuerda de cuántos títulos ganó este o el otro equipo. Se acuerdan de épocas asociadas a clubs. El Brasil de Pelé, el Barça de Guardiola, etc… Y de lo que se acuerdan no son de los títulos, sino de cómo jugaban.
Cuando uno mira atrás, lo hace de esta manera, recuerda épocas en las que a uno le iba de una manera o de otra, confundiendo fechas y espacios temporales, agrandando lo malo y lo bueno, y empequeñeciendo lo anodino.