En la lectura de las estadísticas digitales hay una querencia magnética por los grandes números. No hay nada que haga más ilusión que los datos totales, los números generales o los que puedan encajar bien en un titular.
Y es precisamente en estas estadísticas generales, donde menos información se encuentra. Cuando lo que se quiere transmitir son los grandes números, en realidad lo que se está haciendo es escondiendo los números importantes.
Esto se puede hacer por cuestiones promocionales, claro. Pero si estas estadísticas gruesas son utilizadas para tomar decisiones internas, es cuando todo empieza a ir mal. Produciendo desajustes mayores o menores.
Por poner un ejemplo cercano: Tenerife, con una población de 933 mil personas, tiene un tranvía que cubre la zona metropolitana de la isla y cuenta con 66.500 usuarios de una tarjeta electrónica. De esos usuarios un porcentaje son ocasionales y otros son recurrentes. Pero el titular que se transmite es el siguiente:
Al margen de otras consideraciones, este gran número lo único que aporta es ruido. El primer dato realmente interesante es el número de usuarios de la tarjeta, así como otros que no aparecen en la noticia, como los usuarios recurrentes en días laborables, festivos, el impacto reductor que tienen el tráfico, etc…
En ocasiones se genera este efecto de números gruesos marketinianos, pero siguiendo el ejemplo, no se pueden leer como medio para tomar decisiones. Porque si no habría que hacer muchas más líneas para cubrir esos millones de pasajeros.
Lo anterior, que casi no necesita explicación, por obvio. En entornos digitales se vuelve más confuso para muchas personas. Así que hay que bajar a los números pequeños, a los que son capaces de explicar de forma precisa las realidades, lo cual nos puede ayudar a tomar decisiones más efectivas.