Uno de los temas más recurrentes entre padres, madres e informativos de telecinco es el del grado de adicción de niños y adolescentes a los dispositivos móviles. Parece haber una rutina programada para reflotar este tema.
Tanto las conversaciones como las noticias basadas en el estudio de turno, hablan de lo perjudicial que es el uso del móvil, los peligros que conlleva, asocia la generación del momento a esta situación y un largo etcétera.
El enfoque es siempre el mismo: los niños de ahora están enganchados a los móviles, ya ni juegan a la pelota, están todo el día conectados y ni responden. Y todos estos comentarios se hacen como si los niños y adolescentes fueran extraterrestres o entes totalmente ajenos al resto de la sociedad. El tono que se usa habitualmente es el de sorpresa ‘fíjate tu, por lo que les ha dado‘.
Curiosamente ni en las noticias, ni en las conversaciones hay atisbo de autocrítica, ni por parte de la sociedad, ni como padres, ni como adultos educadores, nada. Criticar la actitud de los niños, diciendo que nosotros -los padres- no éramos así es una simpática contradicción.
Los adultos somos los que les compramos los móviles, muchas veces como recurso para que se emboben y no den tanto la lata. Somos los que les dejamos usarlo el tiempo que sea y los que ponemos restricciones ridículas y puntuales, para acabar explicando que ponemos límites.
Pero el hecho de abandonar a los chiquillos delante de mini ordenadores móviles es un cuestión que nos define a los padres de ahora, no a ellos.