El tono habitual en la mayoría de los contenidos digitales es muy neutro. Con una corrección más estricta que la de la mera formalidad. Solo en determinados casos concretos en redes se opta por el uso del humor y siempre como contramedidas a entornos muy tóxicos.
Esto tiene una serie de razones de ser, pero más allá de lo lógico y razonable, se llega a un punto en el que se olvida la posibilidad de su utilización. Y existen áreas concretas en las que si hay margen para recurrir al humor.
Es importante recordar que más allá de los objetivos de estos contenidos, el uso de esta técnica siempre añade un punto mayor de inteligencia a la receta, generando mucha afiliación entre los usuarios, por otra parte. Mejorando mucho el consumo de estos contenidos.
La primera vez que me surgió esta idea fue en pleno examen de historia en primaria, no recuerdo la edad, pero no tendría más de 12 años. El caso es que mientras respondía a la pregunta sobre ¿qué eran los belts? en referencia a los cinturones agrícolas norteamericanos, hice una introducción super loca explicando que significaba cinturón en inglés, y que en los aviones se encendían unos rótulos diciendo ‘fasten your belt‘ y no sé que más chorradas puse.
Luego respondí el tema en cuestión, que me sabía bastante bien. Pero el examen y la temática eran algo aburridas, así que aproveché la pregunta para echarme unas risas. Al ver el examen corregido vi en forma de secuencia: tachones, preguntas de ¿esto qué es? y al final risas de la profesora. Así que se ve que también funcionó para ella.