Este tramo temporal en el que hemos revolucionado nuestras relaciones a la hora de comunicarnos y reunirnos, pone en valor de forma muy importante la presencialidad digital.
Se entiende que es un valor la respuesta a un toque, los plazos de contestación se han acortado y se genera cierto abismo entre quienes solo trabajan de forma remota y no se conocen físicamente, cuando no hay una respuesta rápida.
Es como si antropológicamente necesitáramos comprobar que la otra persona existe en un plano físico. Aunque se haya estado haciendo meeting online a diario durante meses. Y hay que entender esta nueva realidad.
No es tan importante responder a la pregunta como responder, da igual lo que sea. Si se genera una interacción aunque sea a hora intempestiva, si se responde algo como ‘ok, mañana lo vemos‘ se cubre esa necesidad de toque digital, para comprobar que la otra persona existe y está al otro lado.