Que los humanos nos alejemos tanto del sol como en estas fechas, nos ha animado a buscarnos una narrativa con la que entretenernos durante unas semanas, obviando la oscuridad de esta parte del giro.
Todo un triunfo marketiniano del storytelling, que no solo entretiene sino que anima. Llegando en ocasiones a darle la vuelta al trance, convirtiendo las festividades en entrañables y felices.
Este año, en plena pandemia, la situación se ha diluido junto con la incertidumbre, coincidiendo una serie de fuerzas contradictorias complicadas de gestionar: ánimos, preocupación, reencuentros, salidas de la cueva, euforia contenida, miedo al contagio.
Todo en un saco de emociones contradictorias que marcarán estas fiestas navideñas. Como las primeras que nos cambiaron la percepción con respecto a muchas cuestiones que dábamos por supuestas.
Unas fiestas raras, un periodo que ahora sirve, de forma más potente, como bálsamo a la situación que estamos viviendo. Felices fiestas raras.