Cada vez más usuarios utilizan Google Discover. Aún sin conocer su nombre, el servicio con el que muchos se acaban informando a diario, cuya denominación más común es ‘esa cosa en la que me salen noticias en el móvil‘, se ha convertido en la primera fuente de información.
Siendo utilizado por facilidad y proximidad, sobre todo en terminales Android. En teoría hace lo que todos los servicios: personalizar el contenido en función de los gustos e intereses de cada usuario, dándole relevancia a noticias por las que previamente ha mostrado interés.
Hasta aquí todo normal. Entendiendo normal como habitual, aunque debería traducirse como fatal: normal -> habitual -> fatal. En el mejor de los casos acabamos en un entorno de autocomplacencia, en el que ignoramos todo lo que no nos interesa. Y tampoco es eso.
Pero el matiz viene después. Cuando en la práctica, y a pesar de lo consciente que seas de la presencia del algoritmo, acabas metido en una dinámica de puro clickbait. Dicho de otra manera: el entorno, además de endogámico, es tremendamente estúpido.
Para que suceda esto se necesita de tres actores: el usuario, la plataforma y los medios. Normalmente se carga contra el usuario con un recurrente ‘a saber qué estarás viendo, para que te salgan esas noticias‘. Vale, como usuarios tenemos nuestro grado de responsabilidad.
Pero los dos otros vértices del triángulo también tienen la suya y en un grado seguramente mayor. La plataforma, por el grado de sensibilidad a la hora de entender lo que nos interesa, aunque es cierto que dispone mecanismos para decir lo que no gusta. Y los medios que están tirando al clickbait orientado o no a Discover, de una manera casi pornográfica.