Hace rato que no hace falta conocer los nombres de las herramientas digitales para poder utilizarlas. Es más, ni siquiera hace falta estar al tanto de si existen soluciones o no al cometido que te has propuesto.
Da igual lo que necesites, si te preguntas si en Internet hay alguna aplicación para loquesea, la respuesta es si. O al menos en un 99% de las ocasiones vas a encontrar soluciones, luego te tocará elegir cuál prefieres y si es gratuita, freemium o de pago.
Y esto, que puede ser una chorrada, supone un cambio enorme respecto a entornos como el de hace unos años, en los que la elección de sistemas operativos y programas era algo determinante. Esto ha pasado a un segundo plano. Ahora, la mayoría de las aplicaciones están en Internet.
Como servicio, como app móvil o de escritorio, con mejores o peores soluciones, incluso en áreas que antes eran de difícil implementación online.
Cada vez más, los usuarios son conscientes de esta realidad y son capaces de explotar las ventajas que tiene.