La ventaja de ser un pureta es que este tipo de cosas no te sorprenden, no te cogen desprevenido. Sobre todo si has visto nacer, petarlo y morir a multitud de plataformas digitales.
Lo que aprendes es que da igual la popularidad que tengan, como todo en la vida acabará cayendo. La diferencia es que en entornos digitales todo va tremendamente acelerado.
Y si bien es cierto que Instagram ya lleva una década y ha sorteado competencias directas como Snapchat, que supieron sortear vía plagio de características como los Stories, ahora se enfrenta a un intangible difícil de esquivar.
La percepción de que es viejuna. Al convertirse en una herramienta muy transversal en cuanto a edades y que hace que los adolescentes, que son los heavy users en cuanto a crecimiento, quieran huir. Más que nada para no estar en la misma red que sus padres.
Algo que es constatable también en el actual envite con TikTok, en el que la jugada de copiar a través de Reels no está funcionando. Tanto es así que han cambiado la interfaz de los usuarios, forzando de forma desesperada su utilización.
Todo esto reforzado por el margen de edades de la red china, que no para de avanzar hasta los veinteañeros, así como crecer en cuanto a su uso y retención.