La agilidad en las comunicaciones de la que no somos conscientes

La mitad de las películas de la historia previa a Internet se basaban en equívocos provocados por la falta de comunicación, que necesitaban de una tremenda épica por parte de los protagonistas además de enormes dosis de fortuna para conseguir revertirlos, y que la historia acabara bien.

Todas esas tramas ahora carecerían de sentido porque con un simple smartphone quedarían resueltas. En el mundo real pude comprobar, en vivo, el efecto que provocaba en una persona nacida a principios de siglo pasado, la posibilidad de hacer una llamada móvil a la otra punta del planeta, y que se oyera perfecto.

Dejando de lado los excesos y problemas que genera la hiperconectividad, es verdad que las vías de comunicación que tenemos disponibles, a distintos niveles, ofrecen una agilidad enorme a la hora mantenernos comunicados e informados.

Y los beneficios que esto provoca, al asumirse la tecnología de forma tremendamente gradual, no son perceptibles en la actualidad, salvo cuando se producen fallos estructurales, que denotan la dependencia tan grande que tenemos.

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