Una de las desventajas de utilizar soportes online para los contenidos digitales es su caducidad, algo que normalmente los creadores no tenemos en cuenta. Se asume el soporte por todas sus ventajas con la creencia de que perdurarán.
Pero al contrario que con los soportes físicos, como los libros, revistas e incluso soportes digitales como CD, los contenidos que se publican en internet perduran siempre y cuando la plataforma siga funcionando. Están flotando en el aire -o en la nube- mientras se les alimente.
Dicho de otra forma, para que se mantengan tiene que pasar algo, no se pueden guardar en un cajón y retomarlo 30 años después. Es como cuando nadamos en el mar, para estar en un sitio flotando, tenemos que movernos y hacer por no hundirnos. Estos contenidos tienen que estar en un servidor encendido y conectado a la red.
La certeza en la caducidad es total, la única incógnita es saber cuando ocurrirá. Por mucho que uno se preocupe por exportar la información, es complicado completar el proceso a otra plataforma y los contenidos acaban desapareciendo.
Las fluctuaciones en los formatos, sistemas de acceso y alojamiento de la información son tan grandes como silenciosas. Pero, a menos que cada uno se preocupe por que sus contenidos sean nómadas, acabarán desapareciendo.
Y esta época puede acabar siendo una era digital oscura para las generaciones futuras, como dice Vinton Cerf.