Hay personas que la vida moderna se les hace cuesta arriba. Esto es así. De hecho a todos, en mayor o menor medida, y con el transcurso de la edad, se nos va complicando. Pero es una realidad innegable.
Vivimos en un entorno complejo, la vida es así. Y lo más lógico es que vaya a más, no a menos. Que surjan cuestiones para las que no estemos preparados o que choquen con creencias que tenemos consolidadas.
De cómo reaccionemos ante esto depende nuestra adaptación a la futura realidad. Pero para algunas personas, esta complejidad genera miedo y rechazo. Y necesitan de forma imperiosa una tabla a la que agarrarse.
Esta tabla suele ser la de la sencillez. Da igual el relato que sea, lo que quieren es sentirse tranquilos y seguros, que alguien les diga que todo va a ir bien. Para estas personas las contradicciones generadas por ese relato tranquilizador nunca serán un problema.
Porque lo que necesitan es la tranquilidad. Cumplir una serie de normas asociadas a ese cuento y disfrutar de la experiencia de esas sensación de seguridad. Da igual lo que pase, si llegan a ese punto tragarán con todo.
Convirtiéndose así en presa fácil de quien sepa explotar esa dinámica.