Una notificación de una comunicación en la que se puede intuir el contenido es suficiente para arruinarte el día. No hace falta que lo leas del todo, solo que te imagines de qué va. Da igual que no aciertes el sentido. Si te planteas abrirlo o no ya has perdido.
En realidad, estás perdido. Porque leerlo implica hacer algo con esa información. Hacer algo, es recuperar el estado mental del que justo intentas escapar en vacaciones. El objetivo es descansar.
Sin desconexión no hay descanso. Es otra cosa. Poder desconectar te permite descansar y luego transitar por pensamientos alejados de la rutina. Pero usamos dispositivos para todo, como los móviles, que no podemos silenciar parcialmente.
No hay un modo vacaciones, al menos de forma sencilla. Sería interesante contar con un botón que al pulsarlo filtrara solo las llamadas y mensajes de quién decidas. Como una especie de modo avión.
Lo que está claro es que el responsable de gestionar las notificaciones debe ser uno mismo. Quizás apagar el móvil sea lo mejor. O al menos dejarlo atrás durante largos espacios de tiempo.