Hay quienes para evitar cualquier tipo de enfrentamiento, prefieren la ilusión de llevarse bien con todo el mundo. Recurriendo a conductas pasivo agresivas motivadas por esa pobre cobardía.
Siendo capaces de decir justo lo contrario de lo que piensan o que pretenden hacer. De alguna manera, lo que buscan es que sin que se produzca ningún tipo de confrontación, por muy leve que sea, los otros los adivinen.
Hasta aquí todo bien. Esto es bastante habitual. El problema aparece cuando no se les adivina. Cuando sus interlocutores entienden que cuando se está hablando de A, significa justo eso, no B.
Con lo cual se genera una situación esperpéntica, en la que el cobarde acaba quejándose de que su interlocutor siga en la línea en la que él mismo se ha expresado. Y el tiempo no hace más que acentuar esa desconexión.
Con algunas personas es muy complicado detectar este comportamiento tan disfuncional. Se necesita mucho tiempo para entender las situaciones, sobre todo cuando no piensas en la posibilidad de quien te está diciendo A, se esté refiriendo a B. Todo muy desconcertante.