La ética del soporte publicitario

Siempre que se producen cambios bruscos se crea cierto tipo de confusión. En lo relacionado con la ética de los mensajes publicitarios, las responsabilidades se están confundiendo, sobre todo al darle a los soportes un rol que no se plantea en otros soportes consolidados.

El rol del que hablo es el del arbitraje y el soporte el digital en general. Sobre todo en lo que tiene que ver con las campañas publicitarias digitales. No paran de surgir voces exigiendo que Facebook o Google no permitan campañas publicitarias en las que se miente.

Otorgándoles un papel de interpretación en los contenidos publicitarios, más allá de las reglas legales establecidas en cada lugar. Cuando Europa prohibe la publicidad relacionada con la venta de armas o el tabaco, lo hace abarcando la publicidad convencional y la digital.

Pero a menos de que se trate de una publicidad explícitamente engañosa, forzar algo la realidad en los mensajes publicitarios es el ABC de la publicidad de todo tipo. Si una empresa que se dedica a la comida rápida, basa su estrategia publicitaria en explicar que su comida es sana; o si una petrolera dedica sus recursos publicitarios a contar su compromiso con el medioambiente, estamos hablando de mentiras o de un relato conveniente?

A nadie se le ocurre que sea el cartel en la autopista, el periódico, radio o televisión, quien deba permitir o no los contenidos que se muestran en sus espacios publicitarios. La responsabilidad debe estar en el anunciante por un lado y en la sociedad y sus legisladores por el otro.

Esto que es claro en otros soportes genera confusión en digital, sobre todo por el volumen de influencia que tiene este último, pero de ahí a perder la perspectiva va un trecho. No hay que olvidar que se trata de soportes publicitarios.

Y que para muchos usuarios los mensajes digitales tengan una relevancia desproporcionada, tiene más que ver con el momento y el tipo de usuarios, que con el soporte en sí. La influencia de la radio en sus primeros momentos masivos era tremenda, acordémonos de la guerra de los mundos. La influencia de la TV también. Tiempo al tiempo.

Reclamar la autocensura, en base a ciertos elementos éticos que no se han convertido en reglas, a las empresas cuyo modelo de negocio son los beneficios publicitarios es poner el zorro a cuidar a los gallinas.

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