Las reseñas compartidas sobre los servicios o productos son determinantes en el proceso de compra. Los usuarios que tienen acceso a este recurso de forma nativa o externa cuentan con el mejor de los instrumentos para hacerse una composición de lugar.
Es cierto que la forma para llegar a construir esa imagen o criterio que sirve para tomar la decisión, es un proceso complejo y singular de cada usuario. Lo que hace complicado una evaluación previa de las reseñas.
Más allá de las cuestiones claras, por ejemplo una media o número de comentarios tremendamente mayoritaria en un sentido u otro, es importante atribuir a los usuarios una inteligencia mayor de la que se le presupone en el marketing digital.
Si bien es cierto que la forma de recibir los impactos digitales presupone a un usuario con baja atención, también lo es que un usuario interesado, que quiere comprar un producto o contratar un servicio, tiene una atención máxima y buscará la mayor información posible.
Dicho de otra forma, a nivel emocional ya se ha decidido por comprar, pero su pensamiento lógico quiere verificar que está haciendo lo correcto, que no se equivoca.
En este escenario se apoya mucho en las reseñas. Haciendo una lectura inteligente de los comentarios en situaciones no determinantes, ni unánimes ni mayoritarias. Leyendo los comentarios positivos y negativos, de forma profunda.
Intentando discernir los que son falsos, en ambos sentidos, los que son estúpidos, los que no aportan nada y los que son útiles. Estas reseñas son determinantes en la decisión de compra del usuario interesado.
Pudiendo desequilibrar la balanza de un producto a otro, en función del resultado de la comparativa de las opiniones. Este elemento, el comparativo de opiniones, es el que termina por empujar la decisión entre dos artículos que han generado el mismo interés. Incluso por encima del precio.