La fuerza de la costumbre en el entorno de escritorio

La costumbre es una fuerza motriz que tiene vida propia, es complicada de parar y cuando se desbarata provoca trastornos de todo tipo. Cuando la afectación tiene que ver con el entorno de trabajo todavía es peor.

Uno se acostumbra a un tipo de escritorio, pc o laptop, con una configuración de pantallas determinadas. Así como un tipo de sistema operativo concreto, asociado a sus correspondientes aplicaciones y servicios asociados.

Se acostumbra al tipo de teclado y hasta el ratón. Cualquier cambio en estos detalles, por ridículo que pueda ser, acaba teniendo una afectación en la dinámica de trabajo. Da igual si cuentas con muchos de los servicios en la nube.

La capacidad de acomodación al entorno de escritorio es tan grande como su incomodidad al no contar con el mismo. Afectando siempre en la flexibilidad que se tiene de sentirse más o menos cómodo y centrarse en el foco, obviando las tonterías.

Lo llamativo es la correlación que hay con la productividad de prácticamente cualquier detalle que no esté optimizado para cada usuario. Incluso no estándolo, la adaptación a los cambios ya supone en sí mismo en un problema a valorar.

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