Los sentimientos se llevan por delante cualquier tipo de lógica y razonamiento. Por muy duro que suene, esto normalmente es así. En entornos en los que las posibilidades informativas son enormes, cada persona buscará la información que valide su plano emocional.
Esto no significa que no se pueda funcionar con raciocinio, pero cuanto mayor sea la proximidad de la afectación más fácil será acabar sucumbiendo. En España hoy es cuando empieza a correr el miedo por los efectos del conoravirus, los sociales y los sanitarios.
Validando las opiniones de quienes ya lo experimentaban antes -el miedo-, fuera o no justificado, y dando razones a quienes estaban empezando a tomar medidas, preparatorias. Ahora, con la entrada en escena del miedo por la puerta grande, la mayoría de las decisiones van a ser precipitadas.
La gestión de la información tiene una doble vertiente, la de quien tiene la información de primera mano -las autoridades-, quien la transmite -los medios de comunicación-, y luego están las personas y cómo deciden digerir esas informaciones o buscar otras alternativas que validen sus preocupaciones y miedos.
Lo que deja un terreno abonado a la propagación de rumores, exageraciones, sesgos de todo tipo y, en definitiva, todo el combustible que genera una gran desinformación alimentando ese mismo miedo.
Ahora es cuando toca prepararse, informarse de la mejor manera y pensar de forma colectiva.