La importancia de los ejemplos

Para quienes se manejan con soltura con el pensamiento teórico y el abstracto, a la hora de comunicar es más importante una buena definición que limite de forma nítida el mensaje que se quiere trasladar, que cualquier otro recurso.

Esa preferencia se ve reforzada en las interacciones personales y directas, porque los interlocutores suelen ser tremendamente asertivos, da igual si están entendiendo o no el mensaje.

De hecho, en entornos digitales se suele apreciar bastante un mensaje teórico si es complejo, confuso y malinterpretable. Como si, aún sin entender, se le reconozca un nivel, sea cual sea. En el peor de los casos, el mensaje interpretado no tiene nada que ver con el sentido del emisor.

Así que para evitar fallos en la comunicación, de una parte y de la otra, es muy importante recurrir a los ejemplos. Que también tienen sus limitaciones y potenciales malinterpretaciones. Pero que avanzan algo más a la hora de expresar potencialidades.

Se infravalora el uso de los ejemplos, algo que es lógico porque se trata de un recurso que pudiera ser evitable. Pero realmente funcionan muy bien, sobre todo cuando se recurre a ellos de forma abundante. Consiguiendo transmitir de forma mucho más evidente.

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