Siendo como somos seres racionales, entender que el tono es casi más importante que el mensaje se hace duro. Sobre todo cuando el mensaje es claro y nítido. Pero esto realmente es lo de menos.
El mensaje está del lado de la lógica y el tono juega en el de las emociones, que son mucho más poderosas en el corto plazo. De hecho la forma más clara de reafirmar un mensaje es demostrando con hechos el mismo.
El ‘no solo digo esto, sino que lo confirmo con mis acciones’ no es capaz de competir con la interpretación que se haga del mensaje y las acciones. Si se percibe en el tono algo amenazante o interpretable de forma negativa, lo demás sucumbe.
Así que hay que darle la importancia que para muchas personas tiene.