Uno de los elementos diferenciadores entre los contenidos buenos y los normales, es el de la capacidad de materializar las ideas en contenidos llamativos y efectivos para los objetivos marcados.
Lo más frecuente es que estos contenidos respondan a unos estándares o convenciones de lo que habitualmente se hace en general, sin contextualizar ni tener en cuenta la estrategia y los fines perseguidos. Llegando a la mediocridad por pura normalización.
Luego están los que parten de ideas que buscan dar respuesta a unas preguntas que necesita resolver el cliente ideal. No sirve cualquier pregunta, sino las correctas. Para esto hay que llevar a cabo un proceso de conocimiento y puesta en lugar de los mismos, así como identificar las mejores respuestas que sirvan de ejemplo.
Así que si todo va bien en la fase creativa de las ideas y se materializan estos contenidos, consiguiendo alinearse con la estrategia y con los usuarios, se tendrán muchas más posibilidades de llamar la atención y conseguir conversiones.