Una de las ventajas de obligarse a escribir es que esa autoimposición funciona como un resorte que permite superar la barrera mental, que supone sentarse delante de la página en blanco.
Y por cosas del vete a saber, recién me dio por hacerlo de a dos, en vez de a uno, que era de lo que se trataba. Curiosamente cuando más complicado me está siendo sentarme -dar el paso- vencer esa resistencia, más facilidad tengo para soltar cualquier chorrada que me viene.
Con lo disciplinada que tenía la tarea hace unos meses y lo que me costaba decidir el tema. Parece que hay algún tipo de equilibrio cósmico, cuando no es una cosa es la otra. Aunque casi prefiero esto, aunque seguro que diría lo contrario antes.
En ocasiones, veía como un fracaso soltar mis rollos sin utilidad y ahora ni tanto. Porque la instrumentalización del contenido también tiene algo de perverso. Así que mejor sin reglas, abrir la verborrea también tiene su gracia, al menos para uno.