En menor o mayor medida, los usuarios de las plataformas digitales, han escuchado o incluso percibido que los contenidos digitales que consumen están personalizados. Pero en la mayoría de los casos deciden ignorarlo.
Quizás sea un mero mecanismo de simplificación: lo que veo en pantalla es lo que ve todo el mundo. Al fin y al cabo, fuera de lo digital también hacemos esto, mi punto de vista es la realidad y las distintas versiones o perspectivas no lo son.
Damos por hecho con gran facilidad que los resultados que obtenemos al utilizar un buscador son los mismos para todos los usuarios; los mensajes en twitter que vemos también los ven todas las personas; las fotos en Instagram; las series en Netflix, y así todo.
El núcleo de estos servicios está en cómo organiza los contenido basándose en la segmentación que hayan hecho de uno, y en definitiva, en lo que creen que nos puede interesar.
Lo cual entronca directamente con la actitud los usuarios en estos entornos, con un rol muy pasivo aunque estemos en entornos interactivos. Los usuarios ahora consumimos los contenidos digitales casi tal y como se consumía la televisión. Nos hacían una propuesta de contenidos que consumíamos con muy pocos elementos de interacción.
Y si bien es cierto que ahora tenemos mayor capacidad de cómo y qué contenidos consumir, también lo es que estamos a años luz de la actitud de los primeros internautas, que era tremendamente proactiva. Leemos el stream de contenidos en las distintas redes sociales sin realizar casi búsquedas; aceptamos los resultados del buscador sin intentar otras opciones; elegimos la propuesta audiovisual en paneles limitados.
Todo a pesar de que hay muchísimos contenidos fuera del globo de personalización diseñado para nosotros. Quizás no sea que lo ignoramos sino que simplemente lo hemos olvidado.