En los viveros de doradas que te puedes encontrar en Canarias, se produce una situación curiosa, algunos peces tienen problemas y mueren por estrés. Y lo hacen por la proximidad continuada de sus depredadores naturales.
Estamos hablando de una granja en el mar, en forma de tubo enrejado que va desde la superficie del mar hacia el fondo, con una longitud de unos cuantos metros. Dentro del vivero las doradas pasan su vida dando vueltas mientras las alimentan.
A través de la malla los peces ven a los bichos, los depredadores que están a escasos metros, relamiéndose por atacar el banco de doradas. Ellas están seguras, no pueden hacerles nada. Pero su mecanismo biológico de defensa le dices, huye estás en peligro.
La crisis sanitaria junto con la económica como segunda ola genera una reacción muy similar. Un estrés con un peligro latente a nivel sanitario que puede llegar a ser mortal y otro económico muy perjudicial. De este último muchos tenemos referencia de hace solo diez años.
Todo esto genera ansiedad y mucha crispación, puede hacer que acabemos perdiendo los nervios y actuando de forma irracional. Esta crispación se nota en el ambiente. Y la están sufriendo y propagando incluso quienes no se han visto directamente afectados por ninguna de las dos crisis.
Por eso es importante no perder la perspectiva y quienes no se han visto afectados, faciliten a los que sí, un entorno que tranquilice en lugar de que encienda. Ayudando en la medida de lo posible y participando a nivel social. Algo que nos ha enseñado o al menos nos ha recordado esta situación, es que como individuos también podemos contribuir al resto de la sociedad.