Siempre he dado por hecho, que la forma óptima de comunicarme es siendo claro y directo. Transmitir un mensaje de forma inequívoca y corta maximiza el tiempo del emisor y receptor. Y esto en la mayoría de los casos es un error.
Me sorprendo cuando otras personas utilizan la reiteración en sus conversaciones. Emiten el mensaje de forma nítida y resumida. Lo vuelven a hacer realizando cierta profundización. Repiten de forma más detallada y florida. Y resumen con una aproximación al mensaje inicial.
Esto siempre me ha parecido innecesario. ¿Por qué dar la vuelta a la rotonda 3 o 4 veces antes de seguir? ¿No es mejor cogerla y salir de ella? Si bien es cierto que es la forma potencialmente más eficiente, eso no significa que sea la mejor a la hora de comunicar. Ahora sé lo equivocado que estaba.
Por supuesto la respuesta, verbal o gestual, de tu interlocutor te debería dar pistas para saber si el mensaje está llegando o no. Si no me explico lo lógico sería que respondiera, perdona esto no lo entiendo, a qué te refieres…
Pero algunas, quizás muchas, personas han elaborado una capacidad de camuflaje enorme, pudiendo mantener conversaciones aparentes, con respuestas y feedback, sin tener ni idea de lo que le están diciendo. O entendiendo una versión parcial, equívoca y contradictoria con el sentido del mensaje.
Es con estas personas, a menudo indetectables en una primera interacción, con las que hay que dar rodeos sobre el tema, hasta que de alguna manera se consolide el mensaje o la respuesta sea lo suficientemente explícita y diferenciada, para que sea interpretada como signo de comunicación.