Con los conceptos de trabajo duro, urgencia y velocidad asociados a las tareas hay mucho postureo, mitos e inercias, tan estúpidas como contraproducentes. Cada tarea tiene sus propios tiempos.
Empeñarse en forzarlos y saltárselos no tiene sentido. Salvo para conseguir justo el efecto contrario del deseado. Ser capaz de desplegar mucho trabajo con un mínimo esfuerzo basándote en la automatización inspirada en la planificación, es un objetivo en sí mismo.
Sin saber a dónde vas, no tiene ninguna razón ponerse a correr. Cuando hay una situación de urgencia hay que pararse en seco, valorar qué es lo prioritario y lo que puede esperar, calcular de forma realista cuánto llevará y así saber si es posible salir exitoso de la situación de urgencia.
La tranquilidad aporta siempre muchos más beneficios al aumento de la velocidad, dentro de los márgenes lógicos, que cualquier histeria atropellante gesticular. La alta velocidad también genera inercias perniciosas, pero catalizadas por la misma pueden armar tremendos follones.