La veracidad otorgada a las publicaciones digitales

La antigua idea de que ‘Si está impreso debe ser verdad‘ trascendió sin casi un ápice de cuestionamientos al entorno digital en su momento. Y se ha mantenido casi de forma inalterable durante el tiempo, con mínimos reveses en su trayectoria.

Quizás el pero más grande que se le atribuye a la fidelidad con la realidad de las publicaciones digitales se le haya endosado, paradójicamente, a la Wikipedia. Donde ha transcendido popularmente que cualquiera puede modificarla, obviando los sistemas de control que tienen.

Y omitiendo que cualquiera puede crear y modificar publicaciones digitales por su cuenta, sin control de ningún tipo. En definitiva la idea se ha mantenido casi sin problemas en las publicaciones digitales.

De modo que la atribución de veracidad que se asocia a las mismas depende en gran medida del sesgo de búsqueda de los usuarios.

Digamos que en un entorno de contenidos, sobre un tema específico, que cubre todos los enfoques posibles. Las búsquedas sesgadas en uno de los sentidos, ofrecerá siempre resultados coincidentes, que validen la tesis del usuario que busca reforzar sus argumentos.

Dando veracidad a lo que se quiere escuchar y apuntalando su posición con más argumentos de los que contaba inicialmente. De la misma forma, si encuentra contenidos contrarios, los desechará en pos de nuevas búsquedas más coincidentes.

Cuando se habla de la polarización provocada por entornos digitales, olvidamos que ya el usuario realiza los primeros sesgos, dirigiendo de forma orientada su camino. Y esto que se relaciona normalmente a cuestiones políticas, tiene un entrenamiento enorme en el ámbito del comercio electrónico.

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