Es llamativo cómo una interpretación errónea, media verdad o una mentira tienen un arrastre mucho mayor que el propio contenido en entornos digitales. En el caso de las noticias esto se sustenta en un titular y la seguridad de que la mayoría no va a entrar en el contenido. En las redes pasa algo similar, el mensaje puede mucho más de lo que se cita.
La primera vez que vi esto fue en una entrada de Pablo en Adastra, en el 2005 o 2006, en la que un titular y cómo se entendía por la gente provocó un pollo tremendo en La Coctelera.
Recientemente he visto muchos mensajes en twitter sobre un retuit con comentario atribuyendo a Uber modificar los precios en función del nivel de batería. Con solo fijarte un poco te das cuenta de que esa interpretación no es correcta:
El tweet original hace preguntas. Y alguien al compartirlo introduce su interpretación -que es la que viraliza-. A partir de ahí mucha gente lee la interpretación sin cuestionarse nada, simplemente dándolo por hecho, compartiendo e indignándose. Solo ampliando un poco la imagen se puede observar que el teléfono que tiene poca batería tiene un 45%, lo que desmonta la teoría.
No digo que no lo hagan o lleguen a hacer el futuro, solo que en este caso concreto, no se alteran los precios por tener batería baja, básicamente porque un 45% no puede considerarse como tal.
Pero la rueda ya estaba girando y cuando toma velocidad ya es imparable. Una de las características más interesantes de utilizar Internet es que permite verificar las cosas con facilidad, en este caso, ni siquiera había que hacer nada del otro mundo.
Es preocupante cómo ha desaparecido la capacidad crítica, hasta con chorradas como esta, algo de lo que se han acabado contagiando los medios.