No hay nada peor que hacer una previsión y que se cumpla. Puede producir confusión y llegar a interpretarse como que era correcta. Cuando lo más probable es que se se haya dado una carambola irrepetible.
La tentación de entender que se consiguen objetivos gracias a las previsiones y la organización que se monta a su alrededor es muy grande. Y en el peor de los casos, se pueden acabar tomando decisiones muy locas para que la realidad encaje con la previsión, y así mantener la ilusión.
Un previsión es un niño impaciente preguntando ¿falta mucho? No es nada más, prácticamente nunca aporta nada positivo y sí que puede generar muchos problemas. Forzando situaciones cuando no corresponde o llevando ritmos demasiado bajos cuando es muy indulgente.
En lugar de montar un castillo en el aire para calmar las ansiedades de quienes piden previsiones, quizás sería mejor ayudarles a madurar ese aspecto, haciéndoles entender el caos en el que se mueve la realidad.
Otra cosa muy diferente es apoyarse en una planificación. Pero eso es otra historia.