En esta deriva por la simplicidad en la que nos encontramos a nivel social, cada vez es más frecuente toparse con situaciones tremendamente equívocas y confusas, solo por el hecho de apoyarse en explicaciones de una complejidad incluso mínima.
Sobre todo en lo que tiene que ver con relatos de opciones que van de un escenario positivo a uno negativo. Esa escala de grises que hay por medio, no es que no se vea, es que directamente desaparece, persistiendo solo la opción más positiva.
Es más, en explicaciones binarias, en las que se ofrecen dos opciones: una positiva y otra negativa. Cuando no se consigue la primera se reacciona con una frustración que solo se podría explicar de quienes no contaban con que la segunda fuera posible.
De la frustración se pasa al enfado y a exigencia de explicaciones, como si la inicial no hubiera contemplado los distintos escenarios. Y todo porque solo se decidió entender el más favorable.
Así andamos.