Desde que el uso de las redes sociales se ha asentado culturalmente en nuestra sociedad, los usuarios de las mismas no han parado de migrar entre las distintas alternativas, así como de sus usos y comportamientos.
Pero hay una serie de claves que permanecen imperturbables en el cambio. Una de ellas es la ganancia lenta de usuarios en global. Otra justo la contraria, la pérdida de usuarios que las abandonan o sólo se refugian en una.
Y la más interesante y numerosa, es la que se convierte en un fenómeno migratorio de usuarios, normalmente coincidente con escalón generacional. Bajo la máxima de ‘no quiero estar en la red en la que están mis padres‘, los usuarios más precoces saltan de una red a otra, huyendo de ellos.
De hecho, las características fundamentales de las redes son las mismas. Lo único que varía es justamente esa huída. Esto se ha visto con claridad en España, con una masa voluble de usuarios que ahora están en TikTok, porque sus padres se habían metido en Instagram.
De alguna manera los futuros usuarios siempre buscarán esa separación generacional, como no puede ser de otra manera. Lo que añade cierto dinamismo a un entorno consolidado que languidece lentamente desde hace algunos años.