En ocasiones lo que ocurre por dentro de un proyecto acaba siendo mucho más interesante que lo que acaba mostrando de forma pública. Claro, no siempre es así, pero cuando lo es, supera con diferencia la parte visible.
Me gusta el cine, como a todo el mundo. Pero siento debilidad por el cine sobre el cine. De hecho, lo que en realidad me fascina es conocer cómo funcionan las cosas por dentro. Qué razones llevaron a hacer esto o lo otro de aquella manera.
Imaginar resultados alternativos, que evidentemente serían desastrosos, si se hubiera tomado una de las soluciones, que estaban sobre la mesa en un momento determinado, te hace entender con más firmeza el poderío del azar y la suerte en según qué cosas.
Es interesante el efecto que causa la percepción sobre lo visible en contraposición con lo que está pasando de verdad en el interior, las motivaciones y razones que llevan a cada punto.
La intrahistoría suele ser mejor, más interesante, menos épica, más humana, mucho más aleatoria, más creíble a la vez que inverosímil y sobre todo más explicativa que la propia historia. Al menos en lo que tiene que ver con las ideas.
En la medida de lo posible, siempre es una buena idea contarlas, dan valor y sirven para contextualizar. Y mejor hacerlo en caliente, si se puede.