Los lunes sin reuniones

Es uno de los mandamientos de la productividad. De hecho, es mejor incluso tener los martes también libres de reuniones. Para que todo funciones, lo ideal es desconectar el fin de semana, y dedicar el inicio de la semana para situarte, planificar y ejecutar de forma eficiente.

Una vez definido el escenario anterior ya se puede cuadrar bien dónde poner las reuniones, buscando un espacio de tiempo para lo que tiene que ver con lo que hay que hacer también después de las mismas.

Pero si, por la razón que sea, esto no se puede cumplir, la dinámica va a estar dominada por la torpeza, en forma de piezas de dominó, en la que una tira a la siguiente, sin forma de parar la caída de todas.

Es más, en una preciosa paradoja espacio temporal, se suele acudir a estas reuniones interruptoras, para dar conocer el estado de las tareas, que se podrían estar desplegando si no se estuviera participando en la propia reunión.

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