Los peligros de la sobrexplicación

Nunca he sido muy amigo de sobrexplicar, al contrario, tengo la creencia ingenua de que cuando expresas de forma escueta lo que quieres decir, el mensaje llega intacto al receptor. Pero es evidente que esto no ocurre, por lo que hay que utilizar variaciones de repeticiones para intentar que llegue el mensaje.

Lanzar una idea, para a continuación repetirla adornada, volver a la misma con ejemplos, profundizar en detalle y terminar resumiéndola parece que es la única forma de que quizás, logres hacerte entender.

En determinados entornos o con ciertas personas esta es la única forma. Años me ha llevado asumirlo y ponerlo en práctica. Siempre con reticencias porque durante el tránsito no paro de pensar que es insultante para la otra persona.

Siempre pienso que me va a interrumpir y decir ‘chacho, no me lo repitas más, que no soy gilipollas‘. Y aunque no ha pasado, seguro que muchos lo han pensado. Pero para otras personas ni siquiera eso es suficiente.

Y cuando repiten o transmiten el mensaje lo hacen de forma totalmente deformada. Otro de los peligros, es de quien usa solo uno de los detalles, se agarra a él olvidando todo lo demás, y empieza a poner peros que obligan a nueva explicaciones.

Quedándose con la idea ellos, de que les has metido un rollo, en lugar de asumir que no se han enterado de nada, salvo una minúscula parte que además han malinterpretado. Con lo cual, las ganas de volver al modo escueto vuelven con fuerza.

Dejándote en una situación en la que parece que ni modo. Cuando del otro lado no se está por la labor, no hay forma válida de que funcione.

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